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El Crucero Pirata

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Salimos como cualquier mañana en ese crucero Caribbean Lovley Ocean. Todo parecía de lo más bien, con los inconvenientes de siempre en la caldera y con los tripulantes turistas problemáticos habituales. El título del "vomitador" ya lo había adquirido el tripulante del camarote 565. ¡Pobre! no paraba de correr al baño o asomarse por la escotilla, ya en unos días se irá acostumbrando, y si no, tal vez en el próximo puerto considere desertar. El aire era limpio, se lograba ver a lo lejos el horizonte marino con una claridad notable. Me pareció ver a estribor lomos de ballenas salpicando a lo lejos sus columnas de agua, seguramente a un par de leguas de distancia. La inmensidad del mar me es impresionante, cada que zarpamos me sigue sorprendiendo, eso y, además, en lo solos que nos encontramos cuando tomamos ruta.  Cada noche había fiesta en el bar y el restaurant. Las primeras noches temáticas tendríamos al sensual Tango, pero para el fin de semana llegaría la ansiada "Noch

El vendedor de alfombras y sus ideas que vuelan

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Raimundo tenía toda una vida dedicada a las alfombras desde que su viejo y el viejo de su viejo comenzaron con el negocio hace tantos años atrás. Ahora que su abuelo ya no estaba y que su viejo se había jubilado, Raimundo era el encargado de llevar el emprendimiento a nuevos horizontes. Rai, ya lo venía pensando, pero esa noche mientras revisaba las cuentas de las ventas del día frente a la computadora, a punto de cerrar el local la inspiración le llegó, ¿Porqué no vender también alfombras voladoras? Como Licenciado en Marketing no tenía mucha idea de como llevar a la realidad una tecnología tan innovadora. Tomó el teléfono intentando contactar a alguien que le ayudara a realizar tan impensable idea. Se le ocurrió llamar a Elon Musk. Llamó a un par de números que lo único que hacían era ofrecerle a ser inversionista en algún proyecto de actualidad, donde además, la explicación llegaba a través de robóticas e insensibles voces grabadas en inglés. Raimundo, se dio cuenta que necesitaba i

Te soñé

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Rebecca llamó a Rodrigo esa misma mañana, lo hizo sin pensarlo, como todavía influenciada por la inercia del sueño que había tenido esa noche. Fue un embriago, una alucinación casi, pero lo hizo. Tentada por el recuerdo del último encuentro con Rodrigo donde sintió que casi pasaba algo.  Rodrigo contestó la llamada: - ¡Hola Rebecca! ¡Qué sorpresa escucharte! ¿Cómo estás? A Rodrigo le sorprendió la llamada, pero también le emocionó. Rebecca era una chica linda, él sabía que tenía alguna oportunidad con ella, pero nunca había tenido el coraje de acercarse lo suficiente, sobre todo porque Rebecca había estado comprometida por 2 años. Siempre guardó una distancia prudente, no quería incomodarla ni a ella ni a su, en ese entonces, prometido.  - Estoy muy bien - contestó Rebecca - hoy me levanté temprano y estoy haciendo aseo en la casa, debo mudarme pasado mañana porque me voy de la ciudad ¿recuerdas que te conté? - ¡Claro!, recuerdo que me contaste pero no recordaba exactamente cuando.  Ro

El dilema de amig@, ¿dejar atrás la Friendzone?

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Yo sé que a todos nos ha pasado alguna vez, ser Friendzoneado. Yo utilizo la  denominación "Amigo Sprite" al amig@ frienzonead@ porque había un comercial del refresco Sprite donde hablaban del amig@ rondando al amig@ "teniéndole ganas" esperando la oportunidad de cambiar esa "amistad" por un "algo más". Al final,  invitaba simplemente a de decir y llamar las "cosas como son", sin disfrazar. A mi este comercial me causó mucha gracia en su momento, reconocer estas conductas en la vida real es muy divertido, vivirlas, a veces no tanto. Hablar de "Friendzonear" da para toda una charla, tal vez en otro momento.  Esta entrada más bien fue motivada por el otro caso, pienso menos frecuente pero que también es posible, cuando de una chispa de amistad se va encendiendo la relación poco a poco. Como dentro de esa convivencia cotidiana y mundana se van desenmascarando y enfatizando facetas de uno y otro hasta convertirles en detonantes de

Caca en la calle: Contradicciones y contrastes urbanos (humanos)

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La imagen de esta entrada me pareció una obra de arte. Claramente un arte disruptivo, controversial y desafiante. Voy caminando tranquilo por una de las avenidas más importantes de la ciudad cuando de reojo mientras esquivo pisar, miro la postal y me parece perfecta. La combinación y el descaro de la escultura me hace pensar que alguien deliberadamente lo planeó así, lo cual me hace reflexionar sobre cosas. Amago con sacar el celular para tomar la foto porque de alguna manera se que me voy a avergonzar, o sea, estoy pensando en tomarle una foto a caca depositada en la calle. Camino dos pasos más pensándomelo y al fin decido en voltear y hacerlo (esta secuencia es muy común en mi accionar de vida, suelo pensarme mucho las cosas). Así que espero a que pase una señora con su carrito del mercado, que primero me mira con desconcierto porque me miró dar media vuelta y sacar mi celular. Veo la vereda libre y creo que es el momento justo de hacerlo. Hago la primera toma y me doy cuenta que deb

Serás mis "ojos brujos"

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Libertad y Julio se habían conocido hace mucho tiempo. Esa tarde de invierno estaban, ya sin ningún vínculo laboral de por medio, en una de las mesas de  los tantos cafés que hay sobre la peatonal más importante de la ciudad. Se miraban a los ojos, expectantes y vacilantes a la vez, sin quitar la vista uno del otro. Quien les miraba desde fuera por el ventanal que daba a la calle podía notar con tensión que algo en cualquier instante estaba a punto de sucer. Julio había quedado casi sin respirar, con esos profundos ojos oscuros clavados en los ojos de Libertad, ¿Quién se atrevería a decir algo después de la reciente revelación?  Libertad conocía a Julio de cuando ambos trabajaron para aquel simplemente llamado "El Café del Centro". Se conocían sus pormenores, por ese entonces habían logrado hacerse asiduos a charlas periódicas y cercanas, casi, se podría decir, llegaron a ser amigos. Julio admiraba y respetaba el trabajo de Libertad, ella era una gerente cabal, respetuosa y c

Adela de mi vida pasada

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No me importaba nada, no sé porque era así... si lo hubiese sabido, tal vez ella estaría aún conmigo. En ese tiempo solía refunfuñar enérgicamente al encontrar las caballerizas sucias, cada que acudía por mi caballo me encontraba con excremento del animal regado por todas partes, parecía que lo hacía adrede para hacerme enojar. La hacienda era grande, y hasta ese momento no habían llegado enfadosos revolucionarios para hacer sus destrozos... pero poco faltaba, la mía, era una de las pocas haciendas en la región que no habían sido saqueadas aún, yo lo atribuía a lo fuertemente fortificada que estaba. Ningún revolucionario de poca monta se atrevería a entrar ahí, pero un ejercito grande seguro se daría la oportunidad por ver que podía sacar de provecho, había mucho dinero en mi despacho, muchas mozas que servían a los quehaceres y casi todas de muy buen ver... y mi esposa... mi linda esposa. Nunca imaginé que Jaime, el mejor amigo de mis años de juventud, me podría traicionar de la mane